La violencia hoy en día está siendo normalizada en todos los ámbitos, sobre todo cuando hablamos acerca de violencia hacia la mujer. Todo esto por modelos de crianza machistas que se perpetúan y contribuyen a la violencia de género, bajo un sistema de patriarcado que no permite a las mujeres la equidad en cuanto a oportunidades, afectando de esta manera su autonomía, autoconfianza y la posibilidad de salir de situaciones de vulnerabilidad social.
13 diciembre 2019 |
Hay diversas formas de violencia. La física y más visible es el daño corporal con cualquier objeto o parte del cuerpo del agresor o agresora. Va desde un pellizco hasta lesiones más severas. La psicológica, que corresponde a toda acción que involucra daño emocional en la víctima, desde insultos, apodos e incluso comparaciones. La sexual, que es el acto sin consentimiento de la mujer de ser expuesta a relaciones sexuales concretadas o no, por ejemplo, violaciones e, incluso, tocamiento. La económica, en la que se coacciona la libertad de la mujer con base en ingresos o “beneficios” económicos por parte de la pareja.
Éstas son las principales, pero existen otras, como la laboral, institucional y simbólica.
Entonces, ¿cómo cambiamos todo esto? desde la educación y desde acciones concretas que busquen la protección inmediata y certera de la víctima. He aquí la importancia de educar a la población en general. Es importante porque se convierte en el paso para cambiar estilos de pensamiento que han venido arraigados por generaciones. Cuando empezamos a educar sobre cómo reconocer si eres víctima o victimario, los estilos de violencia, las medidas legales que puedes tomar o en cosas que parecen sencillas, pero no lo son, como el acoso callejero, las personas empiezan a tener empatía y tomar seguridad en sus decisiones, para tomar acciones que protegen su integridad. Y cuando empoderamos a una mujer sobre sus derechos y su auto valía, para salir de ciclos de violencia, tenemos mujeres con una mayor autonomía y capacidad de salir adelante.
Todo esto puede evitar situaciones que son muy comunes y que las mujeres viven día a día. Hace semanas hemos visto cómo en las redes ha circulado el caso del joven de 19 años manoseando a mujeres en centros comerciales. Ello es un vivo ejemplo de la normalización, un acto visible de acoso y también es ejemplo de cómo las leyes son, hasta cierto punto, frágiles con las sentencias a estos actos.
La primera manera de ayudar es dando apoyo: que la víctima sienta que tiene una salida, y que alguien puede brindarle ayuda para salir del círculo de la violencia. Desde un consejo, escucharla, no juzgarla, hasta poniendo denuncias personales o anónimas. Una mujer sale de situaciones de violencia cuando se da cuenta de que tiene opciones de salir adelante sin la relación tóxica o dependiente.
Existen organizaciones de referencias gubernamentales, como INAMU ,que apoyan a la mujer en situaciones de violencia y les permite poner denuncias de manera efectiva en los estamentos correspondientes. La acción de toda institución legal debería ser inmediata y de protección a las víctimas para ayudar en las situaciones de violencia sin revictimizarlas. No debemos creer en la frase que dice: “en problemas de marido y mujer nadie se debe meter”. Sí debemos tomar acciones para denunciar todo tipo de maltrato hacia la mujer de manera anónima o no; es una manera de ayudar.
Como fundación, en Calicanto brindamos primero las herramientas psicológicas que le permitan tener una autoconfianza, inteligencia emocional, manejo de conflictos, liderazgo y las herramientas de empleabilidad necesarias para que puedan tener la autonomía económica requerida y romper el ciclo.
Este trabajo no es algo que pueda hacer una organización sola, por lo que somos parte de la Cámara Panameña de Desarrollo Social (CAPADESO), lo que nos ha abierto las puertas para colaborar con otras organizaciones y lograr apoyar a más mujeres en situación de vulnerabilidad
El autor es psicólogo y director de Programas de Fundación Calicanto, que es parte de CAPADESO