Mujeres Indígenas
Las luchas de las mujeres por sus reivindicaciones se inician desde la antigüedad y sus exigencias se asientan más en la Revolución francesa, cuando caminan junto a los hombres en París, marchando hacia Versalles y reclaman juntos igualdad social, bajo el lema ‘libertad, igualdad y fraternidad'. A partir de esa fecha las mujeres toman más conciencia de que la lucha de clases no contemplaba la lucha de género. Y así se reflejó en la Declaración de los Derechos de las Mujeres y de la Ciudadanía en la redacción en 1791.
Es uno de los primeros documentos históricos que proponen la emancipación femenina en el sentido de la igualdad de derechos o equiparación jurídica legal de las mujeres en relación a los varones, así como el derecho al sufragio femenino.
En época de la colonia española, las mujeres indígenas enfrentaron valientemente con gallardía guerrera y estrategia para combatir con los intrusos españoles, prefirieron ofrendar sus vidas, antes que someterse al yugo del conquistador, sus nombres fueron: Bartolina Sisa, Dolores Cacuango, Gregoria Apasa, Anacaona, Guacolda Bastida y Amaguaña, entre otras. En homenaje a estas dignas mujeres, se instituyó el 5 de septiembre de 1983 Día Internacional de la Mujer Indígena, como ejemplo de lucha, tesón y rebeldía contra la opresión.
A nivel de América, las mujeres indígenas del continente de hoy, nunca han estado pasivas ni de lamento por la condición de ser mujeres; todo lo contrario, han respondido con energía y sabiduría a los retos que pusieron las circunstancias, donde han tenido que superar obstáculos como mujeres indígenas y mujeres pobres. El Primer Encuentro Continental de Mujeres Indígenas, realizado en Quito, Ecuador, en 1995, donde surge la Declaración del Sol y sus conclusiones de este encuentro, fueron las primeras bases que delinearon las aspiraciones y el pronunciamiento de las mujeres indígenas de la América, marca un paso importantísimo para su reconocimiento nacional e internacional y apertura a la cooperación internacional. Las mujeres indígenas de las Américas dan un paso gigantesco al poder llevar su propuesta indígena de la América a Beijín, China, 1995; y compartieron con otras mujeres originarias del mundo en la carpa indígena, liderada por una lideresa indígena de Filipinas.
En Panamá, al igual que en el resto de la América, las mujeres indígenas tratan de proyectar una imagen hacia el interior y exterior basada en las identidades indígenas, lo cual les ha permitido lograr algunas conquistas positivas y entre ellas podemos mencionar: la creación de la Ley 71 del 2008, por la cual se crea el Instituto de la Mujer y la Ley 9 del 31 de marzo del 2015, que declara el 5 de septiembre de cada año Día Nacional de las Mujeres Indígenas panameñas.
No podemos dejar de mencionar a las lideresas indígenas panameñas que han sabido jugar su rol y protagonismo, entre ellas tenemos a Delia Bejerano, única mujer ngäbe que unió al pueblo en los años 60 del siglo pasado, le han seguido otras, Sonia Henríquez de la Conamuip; Ebinia Santos de la Meri Ngäbe; Gertrudis Sire; Lic. Toribia Venado; Lic. Dialys Ehrman, primera abogada Guna; Mári Acosta; Benita Acosta; Ceferina Jiménez; Cirina González; Silvia Carrera C.; Clelia Mesúa; Omaira Cásama, emberá; Silvia Salina, Organización Asatran; Eulogia Sanjur; Dominga Mendoza; Rosa Santander, buglé; y qué decir de las mujeres políticas como Crescencia Prado G., diputada de la República; Dilsia Andrade, alcaldesa de Minoró; y la alcaldesa de Ñurun, Irene Vázquez; y muchas otras mujeres indígenas que merecen reconocimiento por contribuciones a sus respectivos pueblos originarios.
La lucha permanente por el acceso a la justicia, a la educación y a la salud por parte de las mujeres indígenas es evidente. Para muchas de ellas ese es un trayecto hacia la búsqueda de logros, —pese a estar lleno de grandes desafíos, sacrificios y costos— a través del cual algunas mujeres han logrado salir de manera exitosa.
Los tiempos han cambiado, indudablemente, las Bartolinas Sisa de hoy, inmersas en un mundo globalizado, siguen luchando por mejorar las condiciones de vida de quienes las rodean, luchando contra un sistema económico brutal que arrasa con el sentido comunitario de sus pueblos, luchando contra el racismo y la discriminación aún presentes, luchando por un mundo mejor para todos y todas, con mayor justicia social, por respeto a la diversidad de culturas, con respeto por la dignidad de las personas. Así el ejemplo de Bartolina Sisa está presente y nunca morirá. La fuerza y tesón de esta gran luchadora quechua-aymara es la que ha trascendido en la historia de la América indígena.