Servicio público en tiempo de pandemia

27 mayo 2020

Servicio público en tiempo de pandemia

El brote de COVID-19 nos puso a todos en jaque, con la suspensión de actividades en todo el país, incluyendo el sector educativo, comercial entre otros, pero en cuanto a servidores públicos se refiere una gran parte se mantuvieron en el cumplimiento del deber, siempre vigilantes tanto en las calles como desde su casa.

Ciertamente ser servidor público, en esencia, conlleva cierta honorabilidad y más allá de entrar en el debate de que si se respeta o no la investidura del cargo de servidor público de quien lo ostenta, es importante tener en cuenta que la persona se encuentra al servicio del estado, del país y por ende, de todas y todos los ciudadanos de este país.

En ese sentido, personal de salud quienes estuvieron en contacto directo con personas contagiadas, miembros de la fuerza pública constantemente en las calles manteniéndose vigilante del cumplimiento de las medidas de cuarentena e incluso he sido testigo de algunos docentes de escuelas quienes se han mantenido al pendiente con asignaciones y revisiones de temas académicos a fin de no “pierdan el hilo” de la enseñanza. Muchos trabajadores quienes, en cumplimiento de su deber, se han mantenido en las calles a expensas de contraer el virus no solo para sí mismos sino el riesgo que representa para sus familias es algo digno de admirar, es cierto, su trabajo es remunerado y en un momento durante el cual muchos trabajadores se vieron con contratos suspendidos se podría decir que incluso un privilegio, pero no un privilegio sin riesgos.

Ahora en esta nueva normalidad, y a medida que se abren paulatinamente los bloques de actividades, donde poco a poco las personas retornaran a sus puestos de trabajo, es necesario que cada persona se haga consciente de su autocuidado para evitar la ya alta tasa de propagación del nuevo coronavirus que existe actualmente en el país. Lo cierto es que nada volverá a ser como antes, guardar la distancia es ahora un reto que no pensamos enfrentar, todos y todas extrañamos los abrazos, apretones de mano y demás despliegue de afectividad; la salud nos demanda este costo: despojarnos de un poquito de nuestra humanidad a fin de sobrevivir. 

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