06 febrero 2020
A pesar de ello, existen ocasiones en las que la cognición (el pensamiento) no es suficiente para frenar instintos y/o emociones que parecen aflorar contra viento y marea en modo de conductas poco aceptadas y que incluso rompen con las reglas básicas de vivir en sociedad sobre todo si este desequilibrio es producto del efecto de sustancias ajenas a nuestro organismo (alcohol, medicamentos, drogas etc.) aunque en estos casos específicos conllevan procesos más complejos a nivel salud mental como la culpa, depresión, entre otros…
Como siempre, nada en exceso es bueno y lo cierto es que ambas son partes esenciales de nuestro ser y lo que nos hace fascinantes como seres humanos es precisamente esa complejidad y singularidad que sólo reclama a cambio comprensión y empatía por otros (igual de complejos) seres y es ese el ejercicio que nos define como sociedad y que al mismo tiempo nos permite construir, avanzar y evolucionar en lo que hoy somos. Sin la intención de mostrarme utópica en cuanto a la visión del mundo pues comprendo que así mismo como fascinantes podemos (como especie) llegar a cometer actos atroces que nos haga cuestionar si realmente hemos aprovechado este privilegio llamado razón, pero al final del día sólo nos queda ser dueńos de nuestras propias acciones, tomar decisiones y vivir con las consecuencias que tiene toda acción.
Estudiante de Psicología, miembro del Grupo Iniciativa por la Paridad. Amante del cine, del café, un buen libro y largas y nutritivas conversaciones. Apoyo las causas en favor de la mujer y la erradicación de los estigmas en materia de Salud Mental. Creo en el progreso a través de la educación y la cultura.