Conócete a ti mismo/a: la composición septenaria Segunda parte.

08 julio 2019

Conócete a ti mismo/a: la composición septenaria Segunda parte.

En el artículo anterior compartimos que, según la Teosofía, el ser humano está conformado por 7 componentes, cuatro de ellos son perecederos porque fallecen y forman parte del cuerpo físico (cuerpo físico denso, cuerpo físico etérico, ámbito mental (específicamente la mente concreta o mente inferior) y ámbito emocional, estos cuatro fueron ya abordados.

Ahora vamos a compartir los otros tres componentes del ser humano, que son los menos comprendidos en la historia de la humanidad y los cuales son imperecederos (no fallecen).

 

La parte del ser humano, que no  perece, está conformada por un alma individual, el Alma Universal y el Espíritu divino.  En el cristianismo, San Pablo, en la Primera Carta a los tesalonicenses, deja claramente dicho que el ser humano está formado por cuerpo, alma y espíritu.  Ten presente, que es en el alma individual donde se ubica la mente abstracta o mente superior, la que nos lleva a buscar los grandes enigmas humanos, como por ejemplo, quienes somos, quien es Dios y qué hacemos aquí. 

 

A este estudio sobre la vida trascendente, las corrientes espirituales ancestrales le han denominado Cosmogénesis, los maestros y maestras de la antigüedad nos han enseñado que estos temas trascendentales, no lo podemos comprender con nuestra mente concreta y nos han enseñado cómo usar, en la vida cotidiana, la mente abstracta o superior, para vivir mucho más asertivamente.

 

En 1582, San Juan de la Cruz de la Iglesia Católica escribió “que el más perfecto grado de perfección en que en esta vida podemos llegar es la transformación en Dios” y Santa Teresa de Jesús también compartía este discernimiento.  Muchos hombres y mujeres como ellos, lo han percibido y nos han enseñado que hay una divinidad en nosotros y que esa divinidad, tiene la virtud de poder ser proyectada  en la vida cotidiana y eso es lo que significa la frase de San Juan de la Cruz “la trasformación en Dios”, ya que nos demos cuenta o no nos demos cuenta, la divinidad está presente proporcionalmente en todos los seres creados.  La transformación en Dios, a que se refería San Juan de la Cruz, es que vivamos reconociéndonos con el espíritu divino, que es lo que somos realmente y que cuando lo hacemos, se hace presente nuestros poderes, representado esquemáticamente con la llamita que bajó a cada uno en Pentecostés, en los Hechos de los Apóstoles, esa llamita divina está presente en cada persona, pero solo lo entiendes con la mente abstracta.  El Espíritu Divino, es como el aire que respiramos el aire es uno solo, ningún aire pertenece a alguna persona, sin embargo, cuando inspiro ese aire entra en mí, es así como ocurre con el Espíritu Santo que siendo uno está en cada uno.   A estas sabidurías divinas las corrientes orientales le llaman Samadhi (ausencia de la mente concreta), es un estado en que sientes que alcanzas la unidad con el ser Divino.  

 

Otro legado de San Juan de la Cruz y que está en su obra titulada “Qué se yo de la fuente que emana y corre” dice lo siguiente “Entréme donde no supe y quedéme no sabiendo, no sé su origen pues no le tiene, pero es el origen de todo lo que lo tiene”.  Esta sabiduría de percepción la han testificado la filósofa Hipatia, maestra neoplatónica de Egipto,​ que destacó en matemáticas y astronomía,​ Jefa de la Escuela de Alejandría a comienzos del Siglo V, al igual que lo testificó Jesús, Buda, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Patanñjali, Platón y muchos otros sabios y sabias en la historia de la humanidad.  

 

A Dios o Divinidad las corrientes espirituales le llaman con distintos nombres: Realidad Una, Absoluto, Para Brahma como le dicen los hinduistas, Vacío le llama la ciencia y algunos místicos y místicas, le llaman Silencio, porque es el silencio la única característica que podemos percibir y otros sabios y sabias le han llamado Quietud y Amor.  También le han llamado lo Inmanifestado porque no hay nada que nuestros sentidos corpóreos mentales podamos percibir.  También se le llama “No Ser”, porque no lo podemos encajar en nuestros limitados esquemas mentales.  No tiene origen (siempre ha existido y siempre existirá), porque está más allá del tiempo, porque no ha sido creado.  Vacío es el término que la ciencia llama a la Fuente divina (no creada).  El Vacío Divino, aunque también es nada, lo entendemos un poco mejor en nuestra capacidad mental.   El científico Albert Einstein en el Siglo XX, fue el primero que habló del vacío en el Universo y de la densidad del vacío comprobando que hay algo denso que desviaba las ondas de luz, indicando que el vacío denso influye en los fenómenos físicos que podemos observar.  Luego en 1964,  otro científico llamado Higgs agregó que no es que el vacío tenga una densidad, sino que el vacío vibra, por lo que interfiere en el movimiento de la luz y desvía su trayectoria.  A la vibración del vacío le llamó bosón, para diferenciarla de otras vibraciones.  Los yogas, brahmanes y místicos nos hablaban de un estado de Nirvana o Samadhi, algo que también es semejante al vacío.

 

En el siglo XXI, en EEUU y en Suiza Ginebra, la ciencia  ha utilizado instrumentos muy sofisticados conocidos como aceleradores de partículas, los cuales son operados por científicos de renombre mundial, este equipo contiene conductos donde se lanzan partículas que se aceleran alcanzando una velocidad cercana a la de la luz, pero, sellados al vacío, con la finalidad de que las partículas choquen entre sí (para producir un efecto similar al del big bang) y entender fenómenos que tengan repercusiones en la vida cotidiana.  En estos equipos, las partículas no chocan, descubriéndose científicamente que el vacío vibra  y causa que las partículas no choquen en el vacío.  Por ello, Higgs recibió el premio nobel de física del 2013, medio siglo después de su descubrimiento.  En conclusión, la ciencia ha probado que el vacío vibra, entonces, volvemos a lo que han dicho las corriente espirituales ancestrales, resolviéndose las controversias.   Vemos,  que en el cristianismo se habla de Padre, Hijo, Espíritu Santo y también del verbo.  En el hinduismo es el Eterno, Absoluto, Brahman o lo Inmanifestado.  En el sufismo se le llama la Noche ya que de la Noche sale el sol, para volver a la Noche.  Señalan que así es la existencia, de la Noche inmanifestada surge el sol que es lo manifestado y que regresa a la inmanifestado, en la Noche.  De inmanifiestado surge lo manifestado para volver a lo inmanifestado.  La ciencia expresa el mismo concepto sobre el big bang, indicando que de esa fuerza explosiva surgió la materia y aún hoy, las siete mil millones de Galaxias se están alejando como consecuencia de dicha fuerza motriz y que se contraerá nuevamente. La mente humana concreta no entiende esto, pero la mente abstracta si tiene la capacidad de hacerlo. 

 

La mente concreta se ocupa de las actividades cotidianas o sea de los afanes de cada día y la mente abstracta de los temas trascendentes, pero, lamentablemente, los seres humanos muy poco utilizamos la mente abstracta, aunque estoy segura que al ir leyendo lo que te he estado compartiendo, la has tenido que utilizar todo el tiempo.  Por lo tanto, en este artículo estamos poniendo la mente abstracta a trabajar, es como el discernimiento que te muestra cosas que sabes, pero que no sabes porque lo sabes.  La mente abstracta se proyecta en las vivencias de lo cotidiano por lo que te permite comprender la vida y nuestro rol en ella.  Desde la mente abstracta, comprendes que el origen de todo lo que existe es lo Inmanifestado Divino,  el Vacío Divino o la Nada Divina, no importa cómo le quieras llamar.  En una analogía, comprendes que en una semilla se encuentra un árbol en potencia, en el número cero están contenidos todos los demás números, en la luz blanca permanecen todos los colores de la luz, igual que en el vacío o la nada está todo lo que no se ha manifestado y que al hacerlo da lugar a la Creación.  Estos fenómenos suceden por un acto de voluntad o de inteligencia divina, la naturaleza nos dice diariamente que las cosas acontecen naturalmente (verano, invierno, en ciclos naturales, niños a adultos), de lo inmanifestado se manifiesta en forma natural lo manifestado.

 

La ciencia dice que una nueva característica de la materia es la inmaterialidad (protones, átomos, quarz y finalmente puntos) unidades que vibran en su interior como lo señala la teoría de cuerdas, tecnología científica que reconoce que todo objeto en el Universo, está compuesto por cuerdas  o  puntos que vibran.  Pero, la sabiduría antigua nos lo había dicho siempre, como lo manifiesta la obra el Kybalión escrita diez mil años antes de Jesucristo, la cual señala que todo vibra.  En la actualidad, la ciencia lo confirmó con los aceleradores de partículas.  En el Siglo XIX la teósofa Helena Blavatski señaló que el átomo se divide y lo  escribió en su obra “La Doctrina Secreta” de seis volúmenes y en una obra breve titulada “La voz del silencio” precisamente indicando que el silencio habla, que de la nada surge lo manifestado, es como un vislumbre que indica que de la quietud o que del silencio hay una voz que vibra, siendo la voz del silencio o la vibración del vacío.  El silencio que no tiene origen, tiene voz  y es el origen de los que existe, en los cristianos lo inmanifestado es interpretado metafóricamente como Padre y lo manifestado como el hijo y en el hecho de que el hijo y el padre es uno.  Todo vibra y la voz que sale de una persona es de esa persona, por lo que la vibración es parte del que emite la vibración (el padre y el hijo son uno) distintos, pero uno, ya que el hijo es la vibración el padre.    

 

En definitiva, las corrientes espirituales ancestrales encajan con la ciencia.  A los cristianos nos dice Jesús, en el Evangelio de San Juan, que al principio fue el verbo y en el verbo estaba Dios y se hizo carne y habitó en nosotros.  Se hace carne o materializado (es la supremacía del Espíritu sobre la materia). 

 

El alma es explicada por el teósofo Emilio Carillo de la siguiente manera.  El alma surge por efecto físico de la heterodinación muy vinculada en la física de sonido y de la luz.  Este suceso consiste en que cuando hay una vibración alta y una vibración baja y se encuentran, surge una tercera gama vibracional que tiene como singularidad que la que surge es oscilante o sea que va desde la baja hasta la alta, es lo que ocurre en las emisoras de radio.  El equipo de radio es el receptor que emite pequeñas vibraciones y que por lo tanto recibe la alta vibración permitiéndose la frecuencia modulable oscilante haciendo posible la existencia de muchas emisoras distintas, ya que tienen diferentes frecuencias vibracionales.  Bueno, la altísima vibración del Espíritu Divino (llamado también Atma) hace contacto con la materia.  Al hacer contacto, surge  la tercera gama vibracional que es oscilante y eso es lo que es el Alma Universal Divina.  El  Alma Universal Divina que surge es denominada Budhi y del Alma Universal salen muchas almas, en semejanza, un árbol tienen muchas hojas pero todas forman parte del mismo árbol, aquí el árbol es como el Alma o Budhi y las hojas representan un alma individual para cada persona. 

 

Al alma individual en Teosofía se le denomina “cuerpo causal” y  es donde está la mente abstracta.  Esa mente abstracta tiene una energía que le da forma al cuerpo causal, donde está tanto el alma individual como las relaciones causa y efecto que vamos acumulando vida tras vida.

 

Cuando el Espíritu Divino o Atma quiere una mayor integración con la materia, usa como instrumento al Alma Universal o Budhi (lo afirma también la iglesia católica cuando señala que el Espíritu es el dulce huésped del Alma) y es de esta manera como el Espíritu Divino hace contacto con la mente humana a través de la mente abstracta y el alma individual de cada persona, por ello, es de suma importancia desarrollar la mente abstracta o mente superior, ya que es en ese plano mental donde hace contacto Budhi o el Alma Universal a través del alma individual.  Así se explica la composición divina del ser humano tanto en la versión trina (cuerpo-alma-espíritu) como indicó San Pablo, como también, en la composición septenaria, según la Teosofía.  El alma Universal al hacer contacto con el alma individual de cada ser humano, va adquiriendo experiencias humanas y el alma individual que tiene cada persona se sintoniza con el Alma Universal, captando toda su sabiduría sobrehumana.  De esta manera, se comprende cómo seres humanos y muchas creaturas del Universo como los animales, tienen una sabiduría innata que de otra manera no se comprendería.  Es importante recalcar que la evolución espiritual hacia la materia (de arriba hacia abajo) también se desarrolla en el sentido contrario (de abajo a arriba).  Sucede en las dos direcciones, porque el ser humano evolutivamente desarrolló no solo la mente concreta (inferior) sino también la mente abstracta (superior), la cual le permite el contacto con Budhi o Alma Universal a través del alma individual, para su evolución en autoconsciencia.

 

Hay entonces tres líneas de evolución: la evolución de El Espíritu, la Evolución de la Materia y la evolución del Alma.  La línea evolutiva de la materia es la que hemos estudiado en los años escolares o sea cómo las formas de vida han ido evolucionando desde los seres unicelulares, los reinos vegetales, animales, minerales y ser humano, sin embargo, todos los demás seres creados también tienen un componente mental, sobresaliendo el componente mental de los animales.  El ser humano tiene un cerebro complejo y puede utilizar tanto la mente concreta como la mente abstracta, por lo que la materia evoluciona de abajo hacia arriba (hasta el humano).  El teósofo Emilio Carrillo nos dice que la línea evolutiva del Espíritu va de arriba hacia abajo integrándose en la materia, asemejándolo como la atracción que tenemos los seres humanos por el mar, aunque somos mamíferos y que sucede a diferente escalas surgiendo así las dimensiones álmicas, por ejemplo, en el cristianismo se habla de 11 niveles en la Angeología (Divinidad, serafines, querubines, tronos, dominaciones, virtudes, potestades, principados, arcángeles, ángeles y humanos).  En los seres humanos, el Espíritu Divino se encuentra en el alma, por lo que la religión católica dice que el Espíritu es el dulce huésped del Alma.

 

El Espíritu Divino llega al ser humano a través de las almas individuales y mediante las almas grupales en los animales.  La evolución del alma es una evolución en auto consciencia y está descrita en todas las tradiciones espirituales y por ello, es que se produce el olvido, somos espíritus divinos, en cuerpos humanos y por la densidad del mundo en que estamos, olvidamos lo que somos, pero, nuestra alma va evolucionando en auto consciencia y por eso hay un momento en la vida en que empezamos a plantearnos quien soy, de dónde vengo y a donde voy, que es la vida, que es la muerte,  que es la divinidad y si hay algo más de lo que vemos  a simple vista.  Entonces,  empiezas a hacer preguntas que solo una mente abstracta puede responder.  Empezamos a despertar y a recordar que somos más que el cuerpo físico, que somos en esencia alma y espíritu como dijo San  Pablo, entonces, vives evolucionando en autoconsciencia, percibes la vida de otra manera y dejas de creer que cuando mueres se acaba todo. 

 

Hay una metáfora enseñada por Jesús en el evangelio de Mateo capítulo 25, donde se habla del encuentro de unas mujeres y un novio que puede ser interpretado como que el novio es el Espíritu Divino y que las mujeres que son listas, llevan sus lámparas llenas de aceite, sustancia que representa experiencias de crecimiento en autoconsciencia y que  ese aceite, no se pueden traspasar a las mujeres necias, las cuales llevan las lámparas vacías.

 

La creación es diversidad, pero en unicidad.  Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y Miguel Molino, nos enseñaron la importancia de la quietud, la introspección y la meditación como camino a mejorar la atención y la concentración ya que detienen la mente concreta. Ellos decían que la quietud más absoluta es la fuente de movimiento más completa y que un consejo de vida era practicar ese tipo de quietud, una quietud que genere movimiento, ya que te convierte en tu verdadera esencia, los maestros y maestras enseñaron que hay que moverse, pero que dicho movimiento no haga perder la quietud profunda.

 

La ciencia no ha podido explicar cuál es la inteligencia o plan maestro que mueve la evolución de la materia, pero los sabios y sabias nos han dicho  que esa inteligencia es la presencia del Espíritu Divino, conviviendo con la materia y que ambas se dan permanentemente.

 

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