La reencarnación, volver a nacer.

17 febrero 2019

La reencarnación, volver a nacer.

La reencarnación es una doctrina que en este artículo vamos a analizar. Para ello, hay que conocer las explicaciones que han ofrecido sabios y sabias en todas las corrientes espirituales ancestrales y de ese menú de enseñanzas creer o no en las que resuenan con asertividad dentro de cada persona.

El ser humano debe ser analítico y usar el discernimiento para seleccionar aprendizajes que le permitan entender el Universo y lo que nos rodea.
 
Reconozco que, al principio, no quería abordar este tema, pero desconocer de que se trata, no define su existencia.   Por otro lado, nunca he olvidado un sacerdote católico español, de mi pueblo, a quien le escuché, cuando yo tenía 10 años, “la vida y el alma son la misma cosa” y eso hoy ha resonado en mi artículo.
 
También ha resonado en mí que evidentemente, la reencarnación explica complejas situaciones que no han logrado otras doctrinas.  Por ejemplo, si cada vez que nace una persona se crea un alma nueva, ¿de dónde se comprenden las “almas viejas”? las personas pensantes se interrogan ¿Cómo explicas que un ser divino que es amor trae a la vida a seres humanos con abundancia y otros con absoluta privación? ¿Que a algunos les dota de belleza, talentos e inteligencia y a otros de limitaciones físicas y mentales? ¿que algunas personas sean sabias y otras limitadas en la comprensión?  La respuesta es que la vida necesita la diversidad en la igualdad y que hay personas en diferentísimos estados de consciencia, pero, todas tienen la oportunidad de llegar a la evolución consciencial que se han propuesto.
 
La doctrina de la reencarnación es antigua, está en la cultura hindú, entre los egipcios, está presente en las enseñanzas de Pitágoras y en muchas corrientes espirituales prestigiosas.  Fue aceptada entre los judíos, así como, en el inicio del cristianismo.  Jesús mismo la usaba, como ejemplo, cuando decía que Juan el Bautista era Elías (Mateo 11, 14 y Mateo 17, 1-13) como también en Malaquías 4, 5.  Entre los cristianos podemos mencionar al padre egipcio del Siglo III llamado Orígenes cuyas palabras fueron “toda alma viene a este mundo fortalecidas por las victorias o las derrotas de sus vidas previas”.
 
La parábola que contó Jesús sobre las vírgenes que iban por su novio (ser divino), algunas de las cuales llevaban sus lámparas abastecidas y que se negaban compartir su aceite con las otras que las llevaban vacías, puede referirse a que las lámparas llenas han sido abastecidas en base a la incorporación de aceites que representa las experiencias de vidas pasadas  y que tampoco se pueden compartir con nadie.
 
Sin embargo, en el año 553 el II Concilio Ecuménico de Constantinopla la iglesia católica declaró que apoyar la doctrina de la reencarnación era anatema, desapareciendo entonces del cristianismo, pero, conservada internamente por sabios y sabias con visión mística y que sostienen sus convicciones. 
 
Este tema ha merecido el análisis en disciplinas como la psicología y la antropología.
 
Comencemos a recordar que los seres humanos tenemos un “Yo Superior” y un “yo inferior”.  A su vez que el “Yo superior” tiene  una parte que no se puede fragmentar por lo que nos unimos espiritualmente a todos los seres humanos en la Unicidad.  En el cristianismo, a lo inframentable se le llama Alma y  en los hindúes se le llama Atma.  Pero, también este “Yo Superior” tiene almas individualizadas en cada ser humano.
 
En la reencarnación, una parte de nuestra alma universal se proyecta en el plano humano porque el alma a la que pertenecemos es inmensa.  Es muy complicado adaptarse a otro cuerpo físico a través de las reencarnaciones, por lo que se recomienda que cada reencarnación sea aprovechada en consciencia y no desperdiciarla en distracciones de rutinas materiales de la vida cotidiana y que deberíamos ser responsables de capitalizar de cada reencarnación el máximo provecho.
 
El Alma universal divina es semejante a un árbol con muchas hojas, pues esas hojas vienen a ser como almas individualizadas, una de esas almas individualizadas es la que hay en ti y en mí, por lo tanto, el alma es un componente del Yo Superior, que nos individualiza con características específicas en nuestra evolución espiritual y que tiene un recorrido a través de distintas reencarnaciones.  El alma individualizada es la que a través de las experiencias va adquiriendo los nutrientes que le sirven para la evolución y para crecer en sabiduría y en autoconsciencia.
 
Dicen las corrientes espirituales ancestrales que se puede vivir muchas reencarnaciones todavía identificadas con la parte física, mental y emocional (Robot) sin darnos cuenta que somos un ser divino en un cuerpo humano (Operador/a).  Se puede tener 100 encarnaciones sin que la persona se dé cuenta de dicha diferencia y luego en una cuantas reencarnaciones lo percibe y la evolución de la persona se acelera.
 
El propósito de la reencarnación es crecer en consciencia, parte fundamental de conocerse así mismo/a, para entender la realidad que nos rodea  y percibir que somos seres infinitos divinos y eternos con un alma universal y que nuestra alma individualizada debe vivir en coherencia con ello, dejando que el Operador/a lleve el mando del diario vivir.
 
Sabios y sabias que lo han alcanzado nos han dejado una ruta para que las demás personas sigamos ese mapa, es un sendero que cada persona debe hacer y en ese camino es vital el desarrollo de la mente abstracta y no basarnos solamente en la mente concreta.
 
Una vez que se reencarna, la persona se tiene que olvidar de lo que vivió anteriormente, para poder crecer con las nuevas experiencias.  
 
La razón es que la inmensa Alma Universal invierte en las pequeñas almas individualizadas para lograr una rentabilidad espiritual en consciencia, ya que el objetivo es que cada persona recuerde finalmente lo que en realidad es: un ser divino en un cuerpo humano.
 
En el Plano de Luz (Cielo para los cristianos), el alma hace una valoración de lo que aprendió y luego vuelve a reencarnar para seguir el aprendizaje.  Si el alma no obtuvo una rentabilidad adecuada, realiza una encarnación más dura con experiencias más turbulentas para que reaccione. Lo señalaron así, el discípulo de San Pablo llamado Areopaguita quien llegó a ser Obispo de Atenas en el Siglo I y San Juan de la Cruz en el Siglo XVI, quienes explicaron el propósito del sufrimiento descrito como las noches oscuras.
 
Somos 7500 millones de personas e igual cantidad de almas individuales pero también nos une los campos morfogenéticos y la Matrix, por lo que la evolución es personal pero tiene implicaciones para toda la humanidad.
 
A diferencia del pasado, la ciencia ahora reconoce que lo más material de la materialidad es su inmaterialidad por lo que ha habido en los últimos siglos muchos cambios conceptuales en la ciencia, que en concreto, evidencian que aunque hay muchas energías y leyes en el universo, hay una fuerza que es la principal y que todavía pasa desapercibida a la ciencia y es la fuerza del amor que está presente en la existencia, uno de ellos fue Albert Einstein.
 
Algunos lo comparan con la fuerza de una liga que estiras y estiras pero siempre tratará de volver a su posición normal.  Esa posición normal es la unión.  ¿Has visto que en la vida cotidiana, cuando intervenimos para unir, somos felices?
 
La Teosofía lo explica a través de la reencarnación pues considera que somos fragmentos evolucionantes de la vida que palpita en cada creatura de la Creación, contrastando con el concepto de un “Padre Celestial” que juega cruelmente con los seres humanos y les pide amor incondicional.
 
Analicemos, dice la Teosofía, estas situaciones que se dan a diario:
 
  1. La muerte transforma buenas y sabias a las personas.
 
Es infantil esperar que si es tan difícil y esforzado que nuestra consciencia vaya madurando y evolucionando nuestro ser durante toda la existencia terrenal, de repente, al morir nos transformemos en personas buenas y puras, sorprendiéndonos a nosotros mismos a tal punto de tal vez no reconocernos.
 
  1. Quienes mueren se purifican hasta ser almas perfectas.
 
Es como empeñarnos en estudiar una larga y dura carrera universitaria, para no ejercerla jamás, porque de repente al morir nos damos cuenta que lo que aprendimos no sirva para nada, porque no tienen ninguna utilidad.  Las experiencias que vivimos deben servir para crecer en evolución. 
 
  1. Las almas regresan las veces que sea necesario para aprender experiencias para crecer, igual que lo hacemos de la niñez hasta ser profesionales.
 
Esta hipótesis es semejante a una educación que pasa por primaria, secundaria e universidad.  No podemos pasar de primaria a universidad.  Igual, la escuela de la vida a través de experiencias terrenales nos prepara a la vida eterna, pero, es un proceso.
 
La Teosofía elimina las dos primeras hipótesis y se queda con la tercera por lógica vivencial para quienes tratamos de observar y aprender del mundo que nos rodea.
 
La reencarnación es que nuestra alma entra y vive experiencias en el cuerpo humano porque somos un ser espiritual en un cuerpo físico que posee una chispa divina que forma parte de una llama divina infinita y eterna y que vive su vida terrenal con la finalidad de aprender de las experiencias terrenales.  Según explica la Teósofa Eugene Simmons “tiene que sobrellevar una larga serie de vidas para desarrollar sus poderes latentes por medio de las luchas con las circunstancias y dentro de un tejido de relaciones con otras almas y que a través de una serie de vidas recurrentes, el alma recoge experiencias que se transforman en poderes que necesita para crecer en estatura espiritual”.
 
Es como la digestión de los alimentos para la asimilación de los nutrientes que nuestro cuerpo físico requiere para vivir una vida sana.  O como la educación nos permite obtener conocimiento y comprensión de los hechos que acontecen.  Las buenas experiencias pasan al mundo mental, a un nivel imperceptiblemente para el ser humano, por lo cual el alma retorna a cuerpos sucesivos más preparada en crecimiento evolutivo.
 
No hay desperdicios, porque si se fracasa en crecimiento (similar a la educación) se repiten las experiencias hasta que se logre avanzar en crecimiento.  Todas las almas son completamente ignorantes cuando inician su camino por primera vez en la vida humana.  Los seres sabios ya pasaron por tantas vidas y aprendizaje que estarán preparados a pasar al cielo sin pasar por purgatorios o infiernos.   Las almas menos evolucionadas son como niños/as en grados escolares inferiores y las que están a punto de graduarse entraron previamente al sistema de experiencias de aprendizaje o han aprendido con mayor avidez que la mayoría.
 
Tiene sentido entonces que el asesino y el santo tienen igual oportunidad  de crecer e igual vida divina,  la diferencia es que el criminal acaba de entrar y el santo va saliendo.  Entonces, o recorre todo el camino experiencial que ya recorrió el santo o pone más atención para aprender más rápidamente.  Sin embargo, es importante recalcar que el asesino pudo haber aprendido lecciones que al santo le faltan.
 
La encarnación también tiene explicación para los hombres afeminados o las mujeres masculinas.  El alma no tiene sexo, pero hay vidas en que usa cuerpos femeninos y en otras cuerpos masculinos.  Si el alma mora en cuerpos masculinos, cuando cambia a cuerpos femeninos es lógico que prevalecen rasgos masculinos y viceversa.
 
Te estarás preguntando, si he vivido antes, ¿por qué no me acuerdo? La Teósofa Helena Blavatski lo explica en su libro “La Clave de la Teosofía” (sección VIII) “los principios que llamamos físicos, se desintegran, después de la muerte a la par que con sus elementos constitutivos y la memoria a la vez que el cerebro. Esta memoria desvanecida de un cuerpo desaparecido, no puede con consecuencia subsistir ni registrar cosa alguna en la reencarnación subsiguiente, la reencarnación conlleva un cuerpo nuevo, cerebro nuevo y memoria nueva  y esa memoria nueva no se puede acordar de aquello que no registró.   Pero, si puedes recordar las personas del pasado por medio de la cual aprendiste, pero, si no las recuerdas no significa que el alma las haya olvidado”.  Añade Helena Blavatski que el Alma Universal transmite memoria por medio de la consciencia, de los talentos “innatos”.
 
Ejemplo, un artista que ha desempeñado muchos papeles, los recuerda y pone en práctica lo que ha aprendido en esos papeles, así, el Alma Universal lleva consigo la memoria de las encarnaciones pasadas y está preparada para sacar lo mejor de cada vida vivida.
Las encarnaciones futuras consideran la ley de la evolución la cual está asociada a la ley del Karma o de causa-efecto.
 
Cuando conocemos todo esto, podemos encarar la vida con todas sus alegrías o tristezas con mayor confianza sabiendo que podemos hacer un esfuerzo para formar un mejor futuro para nosotros y para la humanidad.

 

 

 

 

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